—Gibrán Jalil Gibrán—
When the dog bites,
When the bee stings,
When I am feeling sad,
I simply remember my favorite things
And then I don’t feel so bad.
—Oscar Hammerstein II («My favorite things», The Sound of Music)—
y el sol es una lágrima en un ojo
que no sabe llorar.
—Joaquín Sabina (de «Dos horas después» en Alivio de luto)—
1.
[120 horas después de la noticia, hemos recibido esta carta de tu amiga. Esperamos que puedas contestarle, aunque las respuestas de nuestro sistema no registran opciones para casos como el que aquí se nos presenta]:
Querida Tisbea:
Estoy teniendo días (horas, minutos) difíciles como no recuerdo haber tenido otros. Me quedo ratos largos frente al ordenador, con la mente completamente en blanco. A veces, ese vacío se fractura por la fuerza de un dolor en el centro del cuerpo —un lugar indefinido entre el estómago y el corazón— que me hace sentir náuseas. He perdido completamente el rumbo porque nada parece tener sentido. Nunca me he sentido tan oscura. Es como si estuviera naciendo de mí misma, con sufrimiento intenso. Me cuesta hablar, no quiero ver a nadie. ¿A dónde me llevan días como éstos?
Fdo.
La muñeca de papel
2.
[Tisbea, tu amiga de papel nos ha enviado este mensaje para ti. Llega exactamente al cumplirse 108 horas de haber sido recibida una noticia importante]:
Querida Tisbea:
Hoy me siento bastante más tranquila aunque el proceso ha sido violento. Y creo que utilizo la palabra «violento» con bastante precisión dada la manera en que estas experiencias fuerzan sobre nosotros una visión de mundo completamente distinta. El sábado, un amigo me pidió que intentara describirle cómo me sentía. «En la fragua», le contesté. Y lo que quise decir es que he recuperado la conciencia de lo paradójicamente positivo que viene implícito en este tipo de golpes: duelen, arrancan, pero también, si los dejamos cincelarnos, nos hacen seres más hermosos o más fuertes o ambas cosas. ¿Crees tú que será así para mí?
Yo sólo pido de mis propias fuerzas el seguir permaneciendo a la altura, el no caer en la abulia, el no desencajarme.
No sabes cuánto agradezco sentir que estás cerca. No puedo pasar a verte porque sigo necesitando mi retiro.
Tu muñeca de papel
3.
[Tisbea, estamos preocupados porque nuestros registros no reconocen la palabra «vacío». Este tipo de nociones no estaban contempladas en el experimento. ¿Puedes tú entender de qué está hablando tu amiga? En caso positivo, te pedimos contactes cuanto antes con nosotros. No queremos perder al segundo miembro de este estudio, dado que el tema titulado «el otro dentro del uno / la otredad / la identidad» nos sigue interesando tanto]:
Querida Tisbea:
He bebido tus palabras con sed. Habría querido quedarme hasta el final de la lectura de poesía, pero me sentía tan fuera de lugar y tan falta de aire que tuve que salir del auditorio. Ayer, a las tres de la tarde hora colombiana (nueve de la noche aquí), su cuerpo sería puesto en el interior de un horno crematorio. (En su cuerpo iban sus hermosas manos blancas con sus dedos tan largos). Quise empezar a acompañar el rito desde aquí y caminé mucho. A las nueve en punto me senté en una banca de un parque para imaginar la despedida. En ese momento tuve calma. Luego, me encontré con amigos que me acompañaron a cenar. Uno de ellos es bastante gracioso y no sé por qué razón encontré fuerza para reírme con sus chistes. Pero llegar a casa, por la noche, fue como volver a entrar en un recinto lleno de espinas. Esta mañana me ha costado un gran esfuerzo levantarme de la cama y me enfada sentirme tan débil. El vacío es un lugar que arde. Todo me resulta irreal excepto la certeza de estar abriendo los ojos a la terrible presencia del absurdo. Estoy rota. Pero he recordado esta frase de Gibrán Jalil Gibrán que sólo ahora, tantos años después de su lectura, puedo decir que comprendo: «Si no se rompe, ¿cómo logrará abrirse mi corazón?».
4.
[Tisbea, estas palabras han llegado a tu buzón bajo el título «urgente». Creemos que puede ser importante. Necesitamos que encuentres a Cataluna —que abraces a Cataluna— cuanto antes]:
Salamanca, jueves 26 de febrero de 2009.
Querida Tisbea:
Anoche me llamaron, desde donde el mar se termina, para darme la noticia de que un hombre muy cercano y muy querido acababa de morir. Lloré, pero mi dolor está más allá. Como si hubieran clavado en el centro de mi pecho un enorme y redondo abismo negro. Me siento lejos de todo. Me duele todo el cuerpo.
Catalina
(Para ti, in memóriam).
CGG-H
(Salamanca, 2-03-09)